Potestad
escandalosamente,
con ansia de volcarme en el abismo
del íntimo secreto que preservas.
Inhóspito talud de tierra santa
que celas y proteges
del vándalo placer con que te ocupo,
portando el poderío de la flecha.
Con ímpetu de antiguas majestades
carcomo la raíz y la semilla
que late dentro tuyo;
inútil defender de mi arrebato
el canon imperioso con que aceptas
ceder la potestad del universo.
Del libro Oceanario.