Negro
"que lo parió", con el dolor más triste,
se preguntan los tres por qué te fuiste,
cerrando el ventanal de la historieta.
Mientras Boggie desarma la escopeta
y apaga el cigarrillo que le diste,
la nave de crayón en que partiste
orbita el arrabal de algún planeta.
A punta luminosa de grafito
fugaste al infinito
en busca de un confín domiciliario.
Bucanero de tinta al abordaje,
que el cielo que te guarde en hospedaje
tenga al menos la forma de Rosario. ©
Poema escrito el 20 de julio del 2007, tras la partida del Negro. Publicado luego en los libros De diluvios y andenes y De lunfa somos. Editado en el Número 154 de la Revista el Tangauta. Recitado en el café Manzi y café Montserrat.
13 comentarios:
cerrando el ventanal de la historieta...
El 19 de julio se cumplieron 6 años sin el Negro, demasiado tiempo, demasiada vida sin sus personajes entrañables.
Un abrazo, Negro, donde quiera que estés.
Hoy no fue posible conectarme,comence escuchando y se fue la señal y no pude mas.
En cuanto a él soneto dedicado a Fontanarrosa,pienso que estaria bien orgulloso de éste soneto tan fantasto.
Me hablaste en otra ocasión de él quizas el pasado año en estas fechas,creo que fue un personaje interesante,este escritor comico de tu pais.
Un beso amigo.
Hola Ana, si a mi me pasó lo mismo, justo cuando ya tenía seleccionados los sonetos que iba a recitar, :( creo que Ana tenía problemas técnicos.
El negro Fontanarrosa fue un gran escritor argentino, uno de esos talentosos irrepetibles, y más que un escritor cómico, fue un escritor costumbrista con un notable sentido del humor. Creador de personajes de historieta famosos, tales como Inodoro Pereyra, la Eulogia, el perro Mendieta, a los tres los nombro en el poema, Boggie el aceitoso, Esperman, que era una suerte de súper héroe sexual, :) además dibujaba como nadie, fue muy amigo de Serrat y Sabina, a punto de dibujar el logo del espectáculo Dos pájaros a tiro, pero fuera de eso era un tipo irrepetible, un fuera de serie, un ser entrañable, por eso se lo extraña tanto, además porque se fue muy joven, después de padecer una dolorosa enfermedad.
El soneto que le compuse a mi me gusta mucho porque pienso que resume lo que era el Negro y lo que significó su muerte, lo volví a dejar hoy porque se cumple un nuevo aniversario de su partida y porque luego de algunas correcciones me parece que el resultado le hubiera gustado al Negro.
Un beso grande.
Buen día, Carlos.
Entrañable el Negro para todos los argentinos, me animo a decir.
Cuentista e ilustrador y dibujante rara vez se combinan tan bien como en él.
"cerrando el ventanal de la historieta", "nube de crayón" bucanero de tinta" ¡qué buenas imágenes!
Un gusto leerte en estos homenajes como siempre.
Saludos van
san m.
Hola San, te cuento que había publicado otro soneto (que ya volveré a dejar), pero luego recordé que por estos días también había muerto (se había ido en realidad) mi amado Fontanarrosa, fue para otras vacaciones de invierno, bajito, como no queriendo molestar a nadie. Como dice Joaquín en una canción dedicada a Ángel Gonzalez, "y agonizó en voz baja por cortesía".
Por eso el cambio y por eso este soneto que escribí el día que se decidió fugarse.
(pd: gracias por lo otro, por el aviso y por los modales)
Beso grande.
"Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas".
(Inodoro Pereyra)
Roberto El Negro Fontanarrosa nació en Rosario, en 1944. Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecuta sus dibujos.
Estas cualidades hicieron que su producción gráfica sea copiosa; a las recopilaciones de chistes sueltos ¿Quién es Fontanarrosa?, Fontanarrisa, Fontanarrosa y los médicos, Fontanarrosa y la política, Fontanarrosa y la pareja, El sexo de Fontanarrosa, El segundo sexo de Fontanarrosa, Fontanarrosa contra la cultura, El fútbol es sagrado, Fontanarrosa de Penal, Fontanarrosa es Mundial y Fontanarrosa continuará se le suman las de historietas Los clásicos según Fontanarrosa, Semblanzas deportivas, Sperman y las andanzas de sus personajes más famosos: Inodoro Pereyra y Boogie, el aceitoso, de los que ya existen veinte y doce volúmenes, respectivamente.
En medio de esta avalancha gráfica, publicó allá hace tiempo un libro de cuentos, Los trenes matan a los autos que fue tratado con cierta condescendencia por la crítica como el intento de un dibujante jugando a ser escritor. Años mas tarde insistió con la novela Best Seller, una aventura del mercenario sirio homónimo.
Esta vez su próximo libro escrito no tardó en aparecer (El mundo ha vivido equivocado, cuentos), y desde entonces lo han venido haciendo regularmente.
Hasta el momento, además de los citados, lleva publicadas las novelas El área 18, La Gansada y los libros de cuentos No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, El mayor de mis defectos, Uno nunca sabe y La mesa de los Galanes (y probablemente algún otro que no conozco).
En sus ratos libres se lo puede encontrar tomándose un cafecito en el bar "El Cairo", en su querido Rosario, escenario de muchos de sus mejores cuentos.
-De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me maté de risa con tu libro.
Roberto Fontanarrosa.
Nos hizo reír. Mucho. A todos. Durante mucho tiempo.
Sólo por eso, deberíamos haberle colgado del pecho y las solapas las medallas al heroico valor en combates imposibles.
Ayer, a los 62 años, murió Roberto Fontanarrosa. Una enfermedad neurológica degenerativa, que entre otras cosas le impedía dibujar, le provocó una insuficiencia respiratoria. Murió a las tres de la tarde en el Sanatorio Central de Rosario, apenas una hora después de haber sido internado. "Mi terapia —dijo no hace mucho— es el cariño de la gente". De haber sido cierto, Roberto seguiría vivo.
Era un genio. Y era, además, una buena persona. No es común esa conjunción. Era un amigo fiel, amaba el fútbol, la música popular, la buena mesa, el lenguaje claro y el humor.
Sobre todo el humor. Incapaz de escatimarlo, nos lo regaló durante décadas en sus trazos inconfundibles e imborrables que ya son un pedazo de historia; en sus personajes entrañables, como el gaucho Inodoro Pereyra, el Renegáu, y su perro Mendieta, o despiadados, como Boogie, el Aceitoso, el mercenario que nació sin saber que la realidad iba a terminar por copiarlo.
Fontanarrosa había nacido en Rosario en 1944. Y allí pasó casi toda su vida, aferrado a las calles y al paisaje de su ciudad, sabedor que, como aseguraba Borges, la patria es el sitio donde uno ha transcurrido su juventud.
Ayer, cuando se conoció su muerte, algo extraño sucedió en esta redacción. Poco a poco, por sectores, la fue ganando un intenso silencio. No debe haber nada más extraño y turbador que una redacción en silencio. Nació en Deportes, donde El Negro tenía hondos y buenos amigos, y se extendió luego como una pesada ola umbría. Fue un silencio que duró poco, antes de que todo volviera a lo habitual. Pero será difícil lo habitual sin El Negro.
Fontanarrosa fue también escritor y periodista.
Tenía la repentización, la capacidad de observación y el poder de síntesis de los periodistas, tan corregidos y aumentados, que muchos de nosotros deberíamos imitarlo.
Escribió tres novelas (Best Seller, El Area 18 y La Gansada) y varios libros de cuentos desopilantes, con retratos imborrables de guerreros derrotados, de futbolistas descascarados, de poetas sin rima, de fracasados del alma, de cultores del quiero y no puedo, habitantes de regiones indómitas con idiomas inabarcables.
Expresó como nadie el sentimiento popular para desentrañar los misterios de esas cuatro o cinco cosas que nos mueven en la vida: el amor, la amistad, la locura, la muerte, la pasión.
Tenía la lucidez, y también la valentía, necesaria para quitarle dramatismo a todo, para hacerle pito catalán a la solemnidad, a la que despreciaba con el ropaje de la ironía, como lo hacía con ciertos círculos intelectuales que intentaban no hallar oro literario en su humor delirante, que buena falta le hubiera hecho a Tolstoi, dicho sea de paso.
Enfrentó su mal con el coraje de un león. Vistió sus sentimientos con el cauteloso disfraz del optimismo. Supo y aceptó esa insospechada ironía de Dios que le quitó la movilidad para dibujar y le quitó, cómo no, dramatismo y solemnidad.
Antonio Gala dice que el hombre siempre es más fuerte que cualquier cosa que lo mata. Dice que aún en medio de una tormenta marina el hombre nunca está a merced de un elemento: "El hombre sabe que se muere, pero el mar no sabe que lo mata", dice el escritor español.
Tal vez el Negro no haya leído nunca a Gala, pero con ese espíritu enfrentó sus horas finales. Supo que se le iba la vida y nos ayudó a reír. Eso es ser fiel a un estilo.
Alberto Amato.
Este soneto en homenaje al recuerdo del Negro fue publicado en la Revista El Tangauta, les dejo el link, por si quieren leerlo allí.
http://www.eltangauta.com/nota.asp?id=750
Que bueno que hayas hecho este post homenajeando al querido Negro, me alegró mucho encontrarme con este Soneto y todos los comentarios que has dejado, realmente me emocionó leerlo/te.
REM
PD: Estuve por hacer el mío (Fontanarrosa), pero no me dieron los tiempos, me queda una asignatura pendiente.
Hola Rem, pasa que el Negro está tan vinculado a nuestra esencia, que es imposible no extrañarlo tanto.
Es bueno poder rozarte el cuore y emocionarte.
No necesariamente tienes que esperar que se cumpla un nuevo aniversario de su partida, puedes dejarle un post de los tuyos, que son tan apreciados en cualquier momento.
Beso.
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