lunes, 5 de diciembre de 2016

Nora

Una noche en Dublín o en cualquier parte

Se amaron (como tantos), a deshora,
a ráfaga de lágrimas y besos,
hirientes, pornográficos, obsesos.
James y Nora.
Rehenes del imperio de la aurora,
impúdicos y espesos,
urgencia de la sangre y de los huesos 
con terca voluntad devoradora.
Al filo conyugal de la locura,
los dos en la conjura
de arder en el delirio de la hoguera.
Rescoldos de lujuria pecadora,
James y Nora,
la última pasión. Y la primera.

Del libro Oceanario.
Ilustración: John Nolan

26 comentarios:

Carlos dijo...

la última pasión... Y la primera.

tita dijo...

Jemes y Nora eran realmente muy apasionados,pero no fue su matrimonio demasiado idilico.

Tu soneto describe perfectanente esa pasión de los dos,fantastico.

Voraces por el filo de la aurora...

Un besote.



Carlos dijo...

Por cierto, Ana, fue una relación complicada y compleja para ambos, además fue traumático el vínculo con los hijos.

Nada, por eso decidí contarla historia y guardarla dentro de un soneto.

Besote.

Carlos dijo...

tormento, desmesura de arder en el delirio de la hoguera...

Mar y ella dijo...

:)

Carlos dijo...

Interpreto que los dos puntos y el paréntesis, indican algún signo de aprobación, pero no me extiendo más porque no estoy seguro.

Carlos dijo...

Impúdicos y espesos...

Mar y ella dijo...

Hola,no es signo de aprobación es un regalo de una sonrisa para ti.Porque??? Por que es bueno venir después de una larga ausencia y reecontrarme con lo bueno de tus letras,con tu bella carita....y simplemente sonreir.

Mariella

Carlos dijo...

Ah, pero pensé que después de tanto tiempo de ausencia, ud. iba a aparecer con un texto de afecto más extenso.

Agradezco entonces la sonrisa, espero que no desaparezca tan seguido y le mando un beso.

Carlos dijo...

febriles, pornográficos, obsesos...

María Bote dijo...

" Al borde conyugal de la locura, tormento, desmesura..."

Encantada de volver a encontarme con la belleza y excelencia de tus sonetos magníficos, amigo poeta Carelos.

Felicidades y besos

Carlos dijo...

Muchas gracias María, siempre se valora su mirada poética.

Un eso grande.

Carlos dijo...

En Dublín conoció a James Joyce, el 10 de junio de 1904 y le dio una cita en la calle Merrion Square, No. 1, frente a la casa del Sr. William Wilde. Nora no llegó; recibió del poeta una nota avisándole que él sí había llegado y que la había confundido momentáneamente con otra señorita de igual apariencia, pero que lamentablemente no era ella. Se volvieron a ver unas noches después, el 16 de junio, fecha de tal importancia para Joyce, que hizo que su novela Ulises transcurriera íntegramente en la mencionada fecha: 16 de junio de 1904.7

Desde entonces, en honor a su protagonista, Leopold Bloom, y a los acontecimientos de la novela, se celebra en Irlanda y en diversas regiones del mundo el Bloomsday (día de Bloom).7 Las últimas palabras de la novela pertenecen al personaje Molly Bloom, mujer de aquél. Este personaje está inspirado en Nora y sus palabras reflejan la actitud pasiva que tenía con su marido: «Sí, dije sí, lo haré sí» (Yes I Said Yes I Will Yes).8

Carlos dijo...

Joyce tenía relaciones frecuentes con prostitutas y había adquirido cierta lujuria y agresiva sexualidad, cosa que no caracterizó el inicio del romance con Nora. A pesar de que ambos eran pasionales y hasta muy escatológicamente explícitos en las cartas que se enviaban, y si bien es cierto que en su primer encuentro Nora abrió la bragueta de Joyce y le acarició hasta «hacerme hombre»,1 9 Joyce y Nora no consumaron una relación sexual en esos días que se conocieron.

Ambos eran pobres; para entretenerse hacían caminatas e iban al teatro. Joyce contó que Nora extrajo de él sentimientos y emociones que no había experimentado hasta entonces, compartiendo con ella cuanto detalle de su vida personal podía, describiéndola como «el alma más hermosa y sencilla del mundo». Nora era más fiel a su fe católica que Joyce. Éste le escribía que dormía con el guante de ella a su lado y que el guante se portaba muy apropiadamente, tal y como su dueña lo hacía. Joyce y Nora no volvieron a separarse desde entonces hasta la muerte de Joyce y si bien es cierto que vivieron juntos la mayor parte de su vida, no se casaron hasta 1931.

Carlos dijo...

La relación entre Nora y su marido era muy compleja, principalmente debido a sus diferentes personalidades, gustos e intereses. Sin embargo, Nora enfocaba su disposición hacia James Joyce y se dedicaba a acomodarse a él. Por ejemplo, en anticipación a su viaje a París, Nora estudió el idioma francés. Se sabe también que cocinaba pudín en ocasiones especiales a petición de su marido y que le acompañó en muchos de sus viajes internacionales. Joyce quedó prácticamente ciego los últimos años de su vida y era Nora la que le acompañaba a todas partes.4 Pero en sus cartas a su hermana, Nora menciona que su marido era un hombre débil y un artista neurótico, acusando a Joyce de haber arruinado su vida y la de sus hijos. Con frecuencia se quejaba de su afición a la bebida y de su tendencia a gastar demasiado dinero.

Carlos dijo...

Otro desafío para la ahora mundialmente conocida familia, era la enfermedad mental de su hija Lucia, a quien su padre apodaba la «asombrosa salvaje» (en inglés wonder wild).17 Nora insistía en que la joven debía ser hospitalizada, pero Joyce se oponía continuamente.18 Ambos llevaron a Lucía a varios especialistas, incluyendo Carl Gustav Jung, pero no fue internada hasta 1936, a los 28 años, en una clínica; no volvería a vivir fuera de un hospital psiquiátrico12 hasta su muerte en 1982.

Carlos dijo...

Para el comienzo de la Primera Guerra Mundial, Nora y su familia se mudaron nuevamente a Zúrich, donde vivieron durante siete años mientras Joyce trabajaba escribiendo Ulises. Durante esos años, Nora tuvo que dar cuidados añadidos su esposo debido a su frecuente debilidad y pérdida de la mayor parte de la visión, en especial al concluir cada episodio del libro.

Las cosas no fueron siempre tan lúgubres entre ellos. Nora incluso actuó en obras de teatro escritas por Joyce y participó directamente en mejorar la apariencia y vestuario de su famoso marido después de la exitosa publicación de Ulises.

Rembrandt dijo...

Las visitas intermitentes tienen sus ventajas, como es en mi caso por cuestiones tiempo, ud. sabe porque se lo digo siempre.
La ventaja está en que la lectura es más extensa, el tiempo que aquí paso es más largo y por ende más placentero aún.
Este soneto dedicado a James y Nora, mejor no podría ser seguramente ellos desde algún lugar estarán sonriendo agradecidos.
Ah! y ya que de cartas hablamos quizás tenga un lugarcito para dedicarle a Henry Miller, especialmente a final de su vida.

REM

Carlos dijo...

Lo primero que se me ocurre decir es que el tiempo en el que ud. no pasa por aquí hace que se la extrañe. (y que en menor medida uno se preocupe, es tan frágil el mundo virtual).

Me alegra que mi casa de poesía sea un lugar de disfrute. Siéntase libre de quedarse el tiempo que quiera.

Traté de contar un amor tormentoso, como generalmente suelen ser todos los amores, (o casi todos) la pasión es siempre un huracán desordenado.

Don Miller por cierto aporta bastante tela para cortar, con Beatrice y Anaís y esos lúdicos intercambios amatorios. Sería cuestión de ver. Haga usted un post de Miller y yo luego hago un poema.

Beso.

Rembrandt dijo...

Tendrá que hacerse un lugarcito nomás porque don Miller ha tenido su merecidísimo espacio en mi modesto sitio al menos en un par de oportunidades, paso a contarle:

http://pajaroalviento.blogspot.com.ar/2008/09/dos-pjaros-de-fuego.html

http://pajaroalviento.blogspot.com.ar/2009/01/queridsima.html

Espero lo disfrute como yo cuando los hice.

REM

Carlos dijo...

Y yo como un chorlito, metí la cabeza en las fauces del león.

Claro, eran tiempos de conocernos.

Habrá entonces un soneto para Rem, acerca de Miller y la Nin.

Beso.

Carlos dijo...

Corrijo, eran tiempos de no conocernos.

Rembrandt dijo...

Por ello, lo invito que de tanto en tanto navegue por Un pájaro ....siempre encontrará algo que le guste.
Respecto a Miller imagino que sonreirá felíz desde algún lugar.

Carlos dijo...

Acepto la invitación, pero mire si después de leer con detenimiento quedo enganchado de una mujer prohibida.

Estese alerta, no se vaya muy lejos porque pronto habrá una sorpresa para Rem.

Tita dijo...

Y de vuelta de Madrid ,sigo enganchada en tús sonetos que son para mí una balbula de escape.

Amores apasionados y dificiles y que bien los integras en un soneto ,que dificil decir tanto en catorce lineas.

Gran poeta amigo.

Besos

Carlos dijo...

Gracias Ana, veo que te quedaste en el último verso que dejé.

Por allí abajo, cerquita, transcribí un poema que nunca antes había publicado. Acaso no te gustó.