jueves, 31 de enero de 2013

Postal de infancia


Pintura: Roque Vega

A la memoria de nuestros abuelos inmigrantes.

El patio perfumado de malvones,
los jazmines, las rosas
y un eco de nostalgia en tantas cosas
azulando el perfil de los balcones;
la luna custodiada por gorriones,
el damero coral de las baldosas
y un enjambre de aladas mariposas
volando en infinitas direcciones.
Rantifusa Babel y el parloteo
de un conventillo suburbial y reo
plantado en su angelada sencillez;
a lo lejos el son de una guitarra
y el verde de la parra
trepando el arrabal de mi niñez.

Del libro de poemas De diluvios y andenes.

martes, 15 de enero de 2013

Tornasol (poesía visual)


Foto / Carlos Casellas.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Ya es hora de cerrar el Blog

Por unos días nomás, porque parto de vacaciones. Nos vemos a la vuelta.



Para todos, que el 2013 sea el mejor año de sus vidas.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El lunfa llegó a la Universidad



En algún momento, los que quieran, desde el link de la dirección de la radio y desde la ventana de Descargas, con el botón derecho, van a poder bajar el programa y escucharlo.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Natal



Allá van San José con la parienta,
camino de Belén, a tranco lento,
a censarse los dos en cumplimiento
de un edicto que Herodes reglamenta;
la niña, parturienta,
con los pechos redondos de alimento,
avanza trabajosa contra el viento,
pesada su cintura y su osamenta;
es hora de nacer y no hay cobijo,
y la madre y el hijo
habrán de compartir esfuerzo y manto; 
blanca espera de luna,
José en el otro extremo de la cuna
y María pariendo al niño santo.

Del libro De diluvios y andenes.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Espiante






















Piantó del bulo gris y el malevaje 
con las pilchas mistongas que tenía,
cansada de tomar la sopa fría
y exhibir el dolor como un tatuaje; 
apenas las chirolas para el viaje,
la foto del casorio de aquel día 
y un impulso campal de valentía, 
mitad resignación, mitad coraje.
Marchita del gotán del abandono,
sin lágrima ni encono 
dejó un temblor de adiós sobre la cama;
una cosa es ser buena y otro tanto,
paloma del espanto,
trepar sin ilusión la misma rama.

Del libro de poemas De diluvios y andenes.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Cuando los ángeles hablan de mí

Los ángeles existen; doy fe de ello y en mi caso he tenido la suerte de que tomaran siempre formas femeninas. Debo confesar que antes que aparecieran sorpresivamente en mi vida no tenía mucho conocimiento acerca de sus gentiles andanzas, salvo lo que refieren ciertas páginas de cuento o el “murmuraje” de algunas charlas de vecinas domingueras. Lo cierto es que los ángeles existen y en su condición de tales poseen una extraña virtud (si virtud es el término adecuado), el día menos pensado, zas, desaparecen, de la misma manera y con la misma imprevisibilidad con la que alguna vez decidieron manifestar su existencia.

Mi primer ángel se llamó (o se llama, porque supongo que seguirá ejerciendo su actividad celeste) Luz (también, con ese nombre) y estuvo junto a mí casi un año, en el cual, de la nada, decidió mágicamente que mis sonetos debían formar parte de su entrañable revista, El Tangauta. Hasta que un día, desapareció.

Mi segundo ángel se llamó Milagros (casi otro nombre paradigmático), y también, sin que yo lo hubiese imaginado nunca, por imperio de su dulce voluntad me puso en contacto con Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, a quienes les confió mi primer libro de poemas, y así como vino imprevistamente, imprevistamente también se esfumó en el aire.

Mi tercer ángel se llamó Tania, ella, con su don de gente y su ternura vital, me quitó mil vicios literarios y me hizo sin ninguna duda un mejor poeta. Tania también, más luego, ejerció conmigo el oficio de volverse transparente.

Mi cuarto ángel se llama Otilia y espero que nunca desaparezca.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Diluvios
















Pintura: Dido, Dido, Dido.

Si en el claro de tus ojos
una tristeza diluvia,
amarillamente rubia,
de lágrimas y de enojos,
yo tengo dos besos rojos,
que siempre llevo conmigo,
por si el dolor enemigo
cerca tu vientre ondulado,
para acampar al costado
meridional de tu ombligo.

Que nada nunca te duela,
ni la nostalgia ni el llanto,
mientras yo te quiera tanto,
con este amor centinela;
traza en la noche una estela
de blanco fulgor de estío
y llama, que el beso mío
será cobijo y amparo,
candil de estrellas y faro,
cumbre de luz y navío.

Del libro de poemas Oceanario.

viernes, 21 de septiembre de 2012

MontelMAReeee






















Photo by Peter Lindbegh

La sirena y el buzo, según cuenta  
un viejo capitán de la marina,  
sostienen una historia clandestina, 
que ha capeado el Monzón y la tormenta;
cada uno del otro se alimenta 
con besos de cereal y pan de harina 
y en el fondo del mar hay una esquina
donde late la boca turbulenta.   
Fatalismo de amor, nada que nada,
la sirena encantada
bendice la ilusión de no estar sola,
y el buzo de los mares navegados,
con los labios salados,
le besa las escamas de la cola.

Del libro Oceanario.

martes, 11 de septiembre de 2012

Parolaje lunfa





















Foto: Silvina Macri

lunes, 27 de agosto de 2012

Taura















Pintura / Sigfrido.

Gardel se despereza de aburrido
y de tanto soñar a la bartola
pone un disco de jazz en la vitrola,
de ritmo sostenido;
cuatro tauras con nombre y apellido,
devotos de Ferrer y de Piazzola,
le baten la canción canyengue y sola
del tango del olvido.
Ordena la catrera del cotorro,
de fiaca frunce el morro
y saca el impermeable del ropero;
afuera llueve mucho y en la pena
de no verse en los ojos de Malena,
decide atravesar el aguacero.

Del libro De diluvios y andenes.

martes, 21 de agosto de 2012

Artistas con Haití -Antología solidaria-










Portada del libro

Niño de la luna

“No debe andar el mundo con el amor descalzo” (A. Tejada Gómez)

Con énfasis de ovillo
se tiende en el portal de alguna esquina
y vano de esperanzas se amotina
con la marca del hambre en el orillo,
en el hueco raído del bolsillo
le sangra el universo de una espina
y el miedo que lo inclina
lo sigue como un perro lazarillo;
sin canciones de cuna,
la noche es un escándalo de frío
y el alba una tristeza inoportuna;
ese niño también es algo mío
y no hay lumbre de luna
que vele su abandono de rocío.

jueves, 5 de julio de 2012

Galiparlantes

















          Baudelaire y Rimbaud eran dos gatos   
al filo de las noches parisinas, 
confundiendo luceros con espinas  
y espejismos de amor con arrebatos;   
con esmalte de tinta en los zapatos
y aroma de glicinas,
rondaban el umbral de las vecinas
con ardides de versos literatos.
Baudelaire y Rimbaud, galiparlantes,
de escarpines y guantes,
en un ruedo de rimas insensatas, 
bajo un cielo carmín de luna llena,
parientes consanguíneos de la pena,   
con destino de amor, pero sin gatas.

Del libro De diluvios y andenes.

martes, 19 de junio de 2012

Puntual















Llega. Desgobernando el aire, llega,
blandiendo los furores en su mano,
volcánico de lumbres y mundano,
por el río de sed en que navega;
tizón de furia ciega,
lo mismo que un diluvio de verano,
al mando del impulso más tirano
y el íntimo bullicio que despliega;
puntual en el deleite de tu boca,
jirón, cristal de roca,
regente del instinto y estratega,
artífice resuelto de la vida,
a pulso de embestida,
llega. ¡Llega!

Del libro De diluvios y andenes.

viernes, 15 de junio de 2012

JLB






















El camino es fatal como la flecha,
pero en las grietas, está Dios que acecha. (J. L. Borges)

Ginebra o Zúrich (Suiza),               
las ciudades posibles de mi muerte,           
elección insondable de la suerte,                
hollín, polvo, ceniza;                            
la dicha es un temblor que inmoviliza                   
y en nada toda nada se convierte,               
los sueños sueños son, la vida inerte        
por un hueco del alba se desliza.         
Yo elegí para mí muerte extranjera,  
un destino frugal y un cielo viejo,      
más allá de mis ojos la ceguera                  
vislumbra el otro lado del espejo.  
Morir o no morir, es indistinto,                 
nadie puede escapar del laberinto.

Incluido en el libro De diluvios y andenes.