Centinela
defiende el almenar de sus pezones,
el verde de las vastas extensiones
y el foso de la roja ciudadela.
Vigilante del alba, centinela
de sus mágicos dones,
custodia laberintos y rincones
a fuerza de coraje y de cautela.
Se preserva del cardo y de la ortiga
y terca y enemiga
levanta paredones de concreto.
Yo sé (y ella lo sabe),
que en un buzón azul guarda la llave
y me cuenta al oído su secreto. ©
Del libro Oceanario.
Recitado en el Café Montserrat y Radio UAI.
13 comentarios:
vigilante del alba, centinela...
Anaís...
https://www.youtube.com/watch?v=sXhE3H5rf2w
Siempre tratado con perfecta correcion poeta,bordas estos temas.
Besotes
“….que en un buzón azul guarda la llave
y me cuenta al oído su secreto.”
Encendidas murallas
Caen y se disuelven
en medio de un mar azul
Hermosas letras estimado Poeta, Anaïs se inclina ante su pluma.
REM
Creo que tus sonetos son la mejor prueba de que el erotismo no está reñido con la elegancia. Siento no tener tiempo para venir a menudo. Lo mejor es que cada vez que visito este blog me encuentro mejores poemas. Saludossssss
Rem, no sé porqué, pero intuyo algo de Anaís dentro de ti. Aduéñate de las letras que te definan.
Gracias Francisca, creo que ante todo el erotismo para ser definido como tal, debe ser elegante. Y en eso estamos.
Me alegra que mis poemas sigan gustándote.
Un beso.
Gracias Ana, disfruto mucho con el desafío que estos poemas me plantean.
No sólo de lunfardo vive Casellas. jeje.
Un beso.
Anaïs tenía 28 años cuando conoció a Miller de 40. Los detalles de ese primer encuentro quedaron recogidos por la propia Anaïs en sus diarios, posteriormente publicados en diferentes volúmenes. Hablaron durante horas sobre literatura, filosofía y psicología. Se susurraron al oído, se hicieron amantes desde ese día. Miller mostró a Nin la bohemia parisina del Montparnasse, el libertinaje imperante del período de entreguerras que ella desconocía. Ella lo sedujo, le mostró el poder del deseo cuando es prohibido, lo arrastró a su cama mientras su esposo, Hug Guiler, dormía en otra habitación.
Durante meses pasearon por los bares y librerías de la capital francesa. Se besaron apasionados en una esquina y tuvieron sexo en baños, cocinas, salas. Hasta que llegó June Mansfield. June. June la hermosa, la grácil June.
La segunda esposa de Henry Miller llegaba a París para ver de primera mano cómo vivía su marido. Llegó en 1932, para entonces Nin y Miller ya estaban enamorados, Miller le presentó a su esposa a Anaïs como una gran y cercana amiga.
Al poco tiempo las dos mujeres se involucraron en una relación paralela a la que Anaïs mantenía con Henry Miller. En el primer volumen de sus diarios, Henry, su mujer y yo (1931-32), la escritora recoge los pasajes más polémicos de su relación con Henry Miller y su esposa.
Relato de Anaís.
"June es mi aventura y mi pasión, pero Henry es mi amor. No puedo ir a Clichy y enfrentarme con los dos. Le digo a June que es porque temo que no sepamos ocultar nuestros sentimientos delante de Henry, y le digo a Henry que es porque temo no fingir bien delante de June. La verdad es que miro a Henry con ojos ardientes y a June con exaltación. La verdad es que sufro humanamente al ver a June instalada al lado de Henry —donde yo quiero estar— porque la intimidad entre Henry y yo es más fuerte que cualquier aventura.
El triángulo amoroso apenas pudo sostenerse un año. June Mansfield se dio cuenta de que su esposo y ella tenían la misma amante y no dudó en regresar a Nueva York con los papeles del divorcio firmados. En ese año, 1933, Miller escribió su primer éxito, Trópico de Cáncer. Anaïs colaboró económicamente para la publicación de ese libro en 1934
Miller y Nin se apagaron. Se separaron para siempre. No volvieron a verse nunca más. Se quedaron cada uno en su casa con otra persona al lado. Se volvieron desconocidos.
Escribió Anaïs: No creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos.
Henry, June y Anaís...
https://www.youtube.com/watch?v=xXBVPCWMK-o
Inés Sánchez Vigña.
La bohemia parisina de entreguerras esconde innumerables anécdotas e historias de lo más rocambolescas sobre los artistas que por aquel entonces residían en la capital francesa. De entre mis favoritas destaca el triángulo amoroso protagonizado por el escritor norteamericano Henry Miller y su segunda esposa, Jude Mansfield, con la autora vanguardista francesa Anaïs Nin.
El nombre de Henry Miller ha trascendido hasta nuestros días en buena parte gracias a la fama que le reportó la publicación de Trópico de Cáncer (1934). No obstante, pocos conocen la verdadera historia del escritor norteamericano que llegó a París en 1930 huyendo de la Gran Depresión. En París, Miller pasará las mayores miserias de su vida, experimentando con el libertinaje de la avant-garde y la bohemia reinante de la época. En aquellos tiempos, el escritor estaba casado en segundas nupcias con June Mansfield, una bailarina de ‘cruda belleza’ que trabajaba como taxi driver en Broadway, y por la que había abandonado a su primera esposa e hijo.
Ver más:
http://www.culturamas.es/blog/2016/04/28/triangulos-bizarros-henry-miller-anais-nin-y-june-mansfield/
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