jueves, 24 de mayo de 2018

Maktub

“Dice una antigua leyenda oriental que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre...
Y otro, un segundo gran amor, unido a ti por un invisible hilo rojo, una persona que indefectiblemente perderás para siempre.  (Paulo Coelho)

El extremo final de un hilo rojo,
de obstinada conjura,
nos enlaza del cielo a la cintura
y enmadeja las almas a su antojo.
Inviolable cerrojo,
abismo, encrucijada, cerradura,
agonía del alba y atadura
donde al pie de tus labios me deshojo.
Y así vamos, unidos,
en este invernadero de latidos
que a través de los siglos nos convoca.
Hilván de seda fina
que en tu boca de almíbar se termina
y empieza en el inicio de mi boca. ©

Del libro Oceanario.
Dibujo: Kathrin Honesta.
Recitado en el Tortoni

12 comentarios:

Carlos dijo...

espejismo del alba y atadura...

Carlos dijo...

"Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.

Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos.

Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la criatura se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente…

Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente."

Carlos dijo...

Esta leyenda está tan arraigada en las culturas orientales que millones de personas llevan unidas a ellas un hilo rojo verdadero.

Aunque no hay claridad sobre si el origen es chino o japonés, se dice que la leyenda comenzó al conocer que la arteria ulnar conecta el dedo meñique (otras fuentes hablan del anular, lo que tiene más tradición en nuestra cultura) con el corazón, fuente de vida y eternamente concebido como el hogar del amor…

Un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar.

Un hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después.

Mar y ella dijo...

ufffff,extraña razòn la que produjo esta lectura; se inundaron mis ojos.......

María Bote dijo...

Un lujo leerte, amigo. Gracias por compartir arte y belleza.

Besos. María

Carlos dijo...

Mariella, será tal vez por que tu tienes ojos de lluvia.

Carlos dijo...

Gracias a vos María. Un beso grande.

Carlos dijo...

hilván de seda fina...

Tita dijo...

Que interesante este soneto como me gusta que nos cuentes su origen, ese final del hilo rojo,éstas
leyendas impresionan a veces.

en este invernadero de latidos...

Un besote



Carlos dijo...

Gracias Ana, la leyenda siempre me pareció interesante. El soneto, mansamente, se desprendió de la historia.

Un beso grande.

Carlos dijo...

nos enlaza febríl de la cintura...

Anónimo dijo...

Sus dedos de brujo
me tocan la mujer
siembran milagros
por debajo de mi falda
encendiendo la sangre
para que recuerde y sepa.

Dispersa flores de adrenalina
en el plenilunio de mis sábanas
como si mi torso fuera su templo
el centro de su mandala
se queda con mi alma.
¡arrebatador!

Crucifica mis manos
en el baldaquino de la cama
reza plegarias en mi oído
siempremuchotodotanto.

Su cuerpo es tierra santa
él es mi Jerusalén